domingo, 12 de agosto de 2007

El escondite

Yo estuve ahí bajo la cama. Mi cara pegada contra el suelo olor a cera y a madera. Recuerdo sus pasos y la amenaza de ser descubierta. Venía por mí y yo sentía ese frío en la espalda con su presencia recorriendo el dormitorio.
Mi respiración agitada y la esperanza de que no me viera. Que no me encontrara. Como si fuese ése un escondite adecuado. Recuerdo sus pasos, el olor de las tablas lustrosas, mi lengua saboreando lágrimas, mocos y tierra, y su garra alcanzándome, arrastrándome. Yo moría a los 5 años con sus uñas en mi espalda y ella ganaba la batalla contra sus propios fantasmas.

1 comentario:

Jorge García Torrego dijo...

Breve y muy íntimo. Genial. Me encanta como escribes. Saludos desde Stgo